Hacia la nueva patria
Desde Granada partieron Don Sebastián, su esposa y su hijo hacia Cádiz, puerto del que salieron para Argentina. El poeta recordaba la despedida con sus abuelos y se emocionaba al evocar la ansiedad de aquella abuela, que al abrazar a su única hija, le decía llorando, "¡hasta la otra vida, hija!".
Don Sebastián traía en el fondo de los baúles, unas estacas de olivos y cepas granadinas. También, un puñado de trigo para plantarlos en la nueva patria.
Llegaron al anochecer a la estación desolada y polvorosa de Pocito. Su destino era Carpintería. En el nuevo hogar nacieron otros hijos: Juan Lorenzo -también poeta de reconocida obra- María, Sebastián, Dolores y Alfonso. Fue una familia inteligente, unida y esforzada.
Los estudios primarios los realizó en las escuelitas del lugar. Desde niño acompañó a su padre en las tareas campesinas.
Comenzó a escribir sus primeros versos a los doce o trece años de edad. El primer mentor de su vocación literaria fue su padre, quien supo comprenderlo y estimularlo. En cada viaje que realizaba a la ciudad de San Juan, le compraba libros de los poetas y escritores clásicos españoles.
Mientras Antonio cumplía con su deber filial de ayudar a su padre, sufría por la postergación de sus más íntimos anhelos: escribir y publicar.
En aquella época, el adolescente se daba tiempo para estudiar lecciones sobre teneduría de libros. Una vez a la semana, viajaba a San Juan para asistir a las clases de contabilidad que dictaba el profesor Héctor Cricci, lo que le permitió, más adelante, llevar los libros contables de algunos comercios de Villa Krause. Posteriormente, mediante un examen que rindió ante la Corte de Justicia de San Juan, obtuvo el título de Contador Público Provincial.
El poeta junto a su padre, primer mentor de su vocación literaria.