Biografía:
El poeta comienza a publicar

Antonio de la Torre publica su primer libro de versos, "Canciones de Peregrino", editado en 1925 por Librería de García Santos, de Buenos Aires. Este libro, dedicado a sus padres, inicia un camino lírico que jamás abandonaría.

En 1929 viaja a la Capital Federal para buscar editorial para su segundo libro: "Vendimias Líricas". En esa época, el gran poeta español, Francisco Villaespesa, representaba en Buenos Aires "El Alkazar de las Perlas". Una noche, al final de la representación, Antonio pudo saludar al admirado dramaturgo, compartir una rueda de admiradores del poeta y leer sus propios versos. Todo esto fue posible gracias a los buenos oficios de Antonio Álvarez Ruiz, pintor granadino, amigo de Villaespesa, que vivía en Buenos Aires con su familia y colaboraba con la compañía teatral como admirador y amigo acomedido.

Conocerlo a Don Antonio Álvarez Ruiz fue algo muy importante en la vida de Antonio, porque no sólo le ofreció su amistad generosa, sino que lo llevó a su hogar como si fuera un hijo más y lo relacionó con escritores, editoriales y algunos diarios y revistas de Buenos Aires. Antonio Álvarez Ruiz era un hombre apreciado en los círculos literarios de Capital Federal.

Cuando Villaespesa escuchó los versos de Antonio, quedó gratamente impresionado. Se interesó por su vida, por sus proyectos, y hasta le escrbió un soneto titulado "Para Antonio de la Torre", para que lo pusiera como prólogo en su próximo libro.

Una noche, de vuelta del teatro, encontró un telegrama de su madre, comunicándole que Don Sebastián estaba gravemente enfermo. No dudó en retornar de inmediato a su provincia, ponerse al frente de los trabajos de la finca, postergando todo sueño literario.

En esos dos libros, "Canciones de Peregrino" y "Vendimias Líricas" publicado en 1929, aparecen los temas que lo acompañarán siempre: el campo, la montaña, el viento zonda, la lluvia, el otoño, el amanecer, los trabajos de campo, el amor. Pero Antonio consideraba que esos poemas eran sólo afinamientos, búsqueda de su propia voz.

Alrededor de 1929 ó 1930 llegó a San Juan una compañía de teatro español cuya artista principal era una joven bella y talentosa. Marta Fábregas, que así se llamaba la actriz, conoció al poeta sanjuanino, que por ese entonces se desempeñaba como redactor teatral del diario "El Noticioso". Entre el periodista que realizaba la crónica de la representación teatral y la joven artista, nació un sentimiento amoroso que el tiempo fue decantando.

Una noche, cuando terminó la pieza teatral, Marta Fábregas anunció al público que iba a leer unos versos de un poeta labrador que estaba con sus padres en la sala. Lo invitó a subir al escenario y, con profesionalidad y exquisitez, recitó varios poemas. Sus padres prefirieron subir a la tribuna alta para gozar, en intimidad, esos momentos de honda emoción.

Don Sebastián pudo ser testigo de los primeros aplausos sanjuaninos a su amado hijo. Un cariño entrañable unía a estas dos almas. Era un sentimiento desmesurado, raigal, que jamás se apagó.

La enfermedad al corazón que padecía Don Sebastián le impedía realizar las tareas rurales, circunstancia que lo hacía sufrir hondamente. Los dos hijos mayores, Antonio y Juan Lorenzo, lo reemplazaban con filial abnegación. Don Sebastián no era un campesino común. Fue un hombre que supo inculcarle a sus hijos el gusto por la lectura. Antonio, en uno de sus libros, "Mi Padre Labrador", dedicado a su memoria, nos dice:

Amigo de los astros
y de la gleba;
pastor de los olivos
y de las alamedas;
agitador de pámpanos
y espigas solariegas.

Te evoco tras la yunta,
el brazo formidable prolongado en mancera
y en terrón germinal.
Te evoco roturando la noble entraña, fértil
por tu viril porfía,
y por el agua niña,
dichosa y andariega.

¡Padre amigo: me sigues con la emoción honrada
y el brazo formidable prolongado en mancera;
sigues sembrando sueños en la gleba del hijo,
y este riega con lágrimas los sueños de la siembra!...
Bio
Tapa del primer libro de poesías de Antonio de la Torre publicado en 1925